Cayos de Ciego de Ávila
Hace unos cinco siglos, los españoles descubrieron en el centro-norte de Cuba unos cayos perdidos en el mar. Quedaron tan maravillas con los islotes que los bautizaron como Jardines del Rey, en honor de Fernando El Católico que entonces regía España.
En dos de esos islotes, Cayo Coco (370 km²) y Cayo Guillermo (13,2 km²), existe ahora uno de los polos turísticos más importantes de Cuba. Ubicados en la provincia de Ciego de Ávila, estos sitios sobresalen por sus playas vírgenes y la belleza de sus playas. Los que las visitan regularmente prefieren sobretodo La Jaula y Los Flamencos. Además se destaca la calidad de sus servicios de hotelería.
La abundante vegetación de ambos cayos se complementa con las más de 200 especies animales que se pueden encontrar allí, entre ellas las de flamencos rosados. El grupo de islotes pertenece a la Reserva de la Biosfera Buenavista. Y en Cayo Coco se halla el Parque Natural El Bagá, ideal para amantes de la naturaleza.
Las aguas que rodean los cayos son muy buenas para la práctica de snorkeling. La red hotelera brinda además paseos en lancha por los canales al sur de Cayo Guillermo. Así el vacacionista puede apreciar el alto grado de conservación de estos ecosistemas.
El visitante puede incorporarse al Centro Internacional de Pesca Deportiva, también viajar a las ciudades de Ciego de Ávila, Morón y Florencia, en busca de otros atractivos culturares. Con categorías que oscilan entre las 4 y las 5 estrellas los 9 hoteles del polo brindan un servicio exquisito.
A los cayos de Ciego de Ávila se puede llegar por una carretera sobre el mar que alcanza los 17 km de longitud. Esta autopista comunica los islotes entre ellos. Asimismo la marina de Cayo Guillermo ofrece servicio de aduanas y permite al visitante incorporarse a la red hotelera por esa vía.
Los Cayos poseen un moderno aeropuerto, considerado entre los mejores del país. En funcionamiento desde el 2002, este aeropuerto emplea como promedio 17 minutos por turista en la atención.
A Ernest Hemingway le gustaba viajar por estos cayos en busca de submarinos fascistas. A los atractivos de la zona dedicó su novela Islas en el Golfo. Todavía se puede ver, en la playa, que lleva su nombre el barco que empleó para esas travesías. Montar en él puede llevarle a usted a una aventura de la cual, a lo mejor, sale transformado en un gran escritor.