Cocodrilos: monstruos de la naturaleza cubana
Excepto los ciclones, Cuba no sufre amenazas naturales de consideración. Tampoco integran su zoología esos grandes carnívoros que podemos observar en África o América del Sur. Apenas dos especies salvan a los paisajes cubanos de la perfección idílica, esa otra forma del aburrimiento.
Ambas pertenecen a especies de cocodrilos. La primera es el llamado cocodrilo cubano, Crocodylus rhombifer (orden Loricata, familia Crocodylae), una especie endémica de Cuba. Puede alcanzar los 4 metros. Le caracteriza el color oscuro con salpicaduras amarillas a los lados. No ataca al hombre, a no ser que haya una provocación directa. Las hembras se comportan de manera agresiva cuando hacen el nido o en la defensa de las crías recién nacidas.
Su diente mayor, al contrario de sus parientes, es el décimo y no el onceno. En el pasado se le vio en La Habana y parte de Pinar del Río. Hasta hace muy poco estuvo amenazado porque su piel se utiliza en la confección de artículos lujosos.
Habita en las aguas dulces de la Ciénaga de Zapata (Matanzas) y la Ciénaga de Lanier (Isla de la Juventud). En ambas locaciones se han construido criaderos para preservar la especie. Ocasionalmente puede ocupar aguas salobres.
En Cuba vive otro cocodrilo, Crocodylus acutus, llamado caimán. Es el reptil de mayor tamaño en el país. Algunos lo conocen como caimán americano porque vive en la cuenta del Caribe, incluida la parte del Pacífico y las ciénagas de la Florida. Se han visto especimenes de 7 metros.
Los animales de mayor tamaño se comen a los más chicos. Comienzan por la cabeza. El caimán brinca las cercas que lo mantienen cautivo o puede cavar túneles en busca de una salida.
Convive con su pariente el cocodrilo en la Ciénaga de Zapata. Se pueden mezclar. En los lugares donde coinciden ambas especies el cocodrilo rhombifer representa el papel dominante, a pesar de su menor tamaño.