El manglar: paraíso de las aves raras
Cuando el rabihorcado persigue a la corúa para quitarle la presa que acaba de tragar, esta última vomita el alimento. El rabihorcado recoge la comida en el aire y sigue el vuelo.
La corúa, pariente del pelícano, es un ave marina que habita en los manglares cubanos. Cada día se la puede ver al efectuar una acrobacia como la anteriormente descrita o en el momento en que se zambulle bajo agua para atrapar peces y moluscos.
Resulta un caso especial porque no duerme en el lugar donde le llega la noche, sino que va a un punto de reunión donde se encuentra con cientos o miles de sus congéneres. Acompañada de ellos surca el espacio hasta llegar al lugar que han elegido para dormir.
Los manglares cubanos son ecosistemas complejos donde se reúne una gran cantidad de flora y fauna. Gran parte de la zoología cubana se da cita allí. En la Ciénaga de Zapata, el manglar más extenso del país, se hallan varias de los atractivos naturales de Cuba.
Dos aves endémicas anidan entre los tremedales: la fermina y la gallinuela de Santo Tomás. De la primera, un pájaro gris y moteado de claro, se dice que es muy rara. Algunos la llaman “El Aparecido” de la Ciénaga, dada su escasa distribución.
La Gallinuela es un ave acuática de ribera. Tiene el dorso coloreado de un tono oliváceo. La frente, los lados de la cabeza y las partes inferiores de la cola son blancos. El pico ostenta una pigmentación verde con la base roja. También se la ha visto en contadas ocasiones.
El registro de los tesoros del manglar no estaría completo sin citar las bandadas de flamencos y la bijirita amarilla, que sólo viene a Cuba durante el otoño y regresa a su tierra de origen, la América del Norte, en los primeros brotes de la primavera. Característica que comparte con el martín pescador.