Estados Unidos-Cuba: entre el happy end y la misma historia de siempre

El viernes pasado atracó en el puerto de La Habana un barco procedente de Miami, el primero en medio siglo luego de que el gobierno de Estados Unidos decidiera cerrar sus puertas a las mercancías provenientes de Cuba.
La embarcación se llama “Ana Cecilia” y llegó a Cuba cargada de artículos de uso hogareño enviados por cubanos que residen en los Estados Unidos a sus parientes en la isla caribeña.
La diferencia políticas entre ambos países han hecho perder miles de millones de dólares a la economía cubana y a los empresarios estadounidenses, los cuales todavía no ven llegar el fin de las hostilidades.
Si bien en abril de 2009 la administración Obama flexibilizó algunas de las restricciones impuestas por George W. Bush, aún estas no alcanzan el punto que debieran en dos naciones situadas a menos de 150 kilómetros y con una historia común de por medio.
No obstante, la política de Barack Obama ha facilitado, cada año, la visita de unos 300 mil cubanos a la isla y de unos 50 mil estadounidenses que justifican su viaje con motivos académicos, religiosos, deportivos o culturales.
Existen rumores que el intento del Ana Cecilia pueda convertirse en un enlace semanal entre La Habana y Miami, a pesar de que las hostilidades siguen vigentes.
Por la parte cubana el presidente Raúl Castro ha manifestado en varias ocasiones su disposición para sentarse a negociar, de igual a igual, con el representante que designe el gobierno de los Estados Unidos, pero su llamado aún no ha encontrado respuesta.
A estas alturas habrá que preguntarse si por fin la razón obligará a sentar la cabeza y decidir lo mejor para ambos países, única manera de llegar a un happy end y romper con la misma historia de siempre.